Una canción que me transporta, me eleva, me empuja a dar un salto y dejarme llevar por la danza, me representa y me da fuerza, es esta versión de My way de Nina Simone.
Cuando la ponían en la discoteca en los años 80, recuerdo bailarla, sola o en pareja, de forma armónica y con gracia, embriagada por esta voz imponente y por la orquesta in crescendo que parecía que no iba a acabar nunca de sonar y que cuando terminaba te dejaba saciada y sedienta al mismo tiempo.
Cada vez que la vuelvo a escuchar, cierro los ojos y me imagino danzándola sobre una pista de patinaje sobre hielo, abandonándome a mi impulso, inmersa en la melodía y en esta declaración rotunda, improvisando toda suerte de piruetas.
Mi deseo para este día y este año y esta vida es poder sentirme cada día tan bien como me siento cuando me veo patinando My way de Nina Simone.
¡Chin chin!