viernes, 6 de julio de 2018

LA MUJER ASOMADA A LA VENTANA


     Una mujer asomada a la ventana, con la mirada encuadrando el horizonte, está desentrañando todos sus enigmas, conversa con su yo más verdadero, ese que conoce solo ella, ella sola. Jamás podría revelarte el pensamiento que la entretiene y la abstrae contemplando la lejanía. Tú no alcanzarías remotamente a adivinar sus cavilaciones porque si se rompiera el encanto y adivinaras solo una milésima parte de lo que le extravía la vista y casi la consciencia, dejarías de ser el mismo.


     Una mujer asomada a la ventana, con la mirada encuadrando el horizonte, está soñando su futuro, añorando su pasado o repudiándolo para el resto de su vida. Sabe qué es lo que quiere y lo que se merece en justicia. Sabe sobre todas las cosas lo que no desea en su vida y lo que no es digno de ella. Conoce el exacto significado de la mezquindad, de la envidia, la cobardía y la traición, pues lleva sus cicatrices en corazón y pupilas. Y la acepción principal del amor de la amistad, la compasión y el valor.
     A la mujer asomada a la ventana, con la mirada encuadrando el horizonte,
no le preguntes, no le turbes su calma, no le robes el silencio, no interpretes su meditación, porque si rompes el equilibrio que la mantiene mirando al frente con los ojos vidriosos, podrías odiarte hasta el final de tus días sin encontrar tu perdón.
     Una mujer asomada a la ventana, con la mirada encuadrando el horizonte, trasciende el tiempo y el espacio, conecta con todo el universo y, escuchando el silencio, percibe la verdad de la vida.